THE BEACH BOYS
"Pet Sounds"
(Capitol, 1966
Os lo digo desde ya; este disco que acaban de publicar The Beach Boys va camino de convertirse en lo mejor de esta década de los sesenta y estoy convencido de que no me equivoco. Tengo la impresión de que la filosofía del disco con tema que abre el disco, “Woudn’t Be Nice”, es la misma que la de “Like a Rolling Stone” hace unos meses como primer corte del maravilloso “Highway 61 Revisited” de Bob Dylan. Son dos discos en los que el primer tema de la cara A comienza casi igual en lo que se refiere al golpe de baquetas de batería; sugieren un portazo con el que cierran una puerta definitivamente o la abren de golpe a nuevas experiencias (arriesgadas las dos, todo hay que decirlo). En ambos casos vemos que de una forma u otra se está rompiendo con lo anterior de forma sonora. En el caso del “Pet Sounds” se cierra, por lo que parece, con el pasado de fiesta playera de sus anteriores ¡doce álbumes!, y se tiende a crear algo nuevo utilizando los mejores instrumentos que posee el grupo; el talento de Brian Wilson y las armonías vocales de todos para hacer lo que creo que es el disco de pop perfecto. Todo ello acompañado de una pléyade de músicos de estudio que quita el hipo bajo la producción del propio Brian Wilson. Estamos ante una auténtica obra de arte que, digámoslo ya, es consecuencia del hecho de que Brian Wilson se ha hecho mayor; ha evolucionado, ha madurado... Ya no sale de gira con los demás miembros del grupo porque se queda en el estudio componiendo, componiendo, componiendo y, también, componiendo. Peter Pan se ha hecho mayor manteniendo esa dulzura que ha irradiado siempre. Cuando pincho el disco escucho auténticos himnos que se recordarán en el futuro como la quintaesencia del pop con mayúsculas, me transporto a un chiringuito de la playa a última hora de la tarde para hablar y saborear un mojito con el dueño de cuando éste era el chico más popular de la playa, el que surcaba mejor las olas con su tabla y que ahora se dedica a otras cuestiones pero que, cuando recuerda aquellos días, se le iluminan los ojos y la cara entera. Este disco es un salto hacia adelante tremendo de Brian Wilson y sus muchachos a los que ha utilizado como otro instrumento más del disco – el mejor, claro está-. Aquí, además de instrumentos de todo tipo se han grabado timbres de bicicleta, latas de refrescos, zippos encendiéndose y apagándose e incluso los ladridos de los dos perros de Brian; Bannana y Louie en el maravilloso “Caroline, No” como respuesta a las quejas de los demás miembros del grupo cuando escucharon la maqueta y le dijeron a Brian que este disco no lo iban a escuchar ni los perros. Pues creo que se equivocan porque, insisto, estamos ante un Picasso que le pone las cosas muy complicadas a los cuatro de Liverpool en este intercambio de discazos que se traen entre manos y que empezó el pasado mes de diciembre con la publicación del magnífico “Rubber Soul” por parte de los del flequillo. No sabemos qué estarán tramando The Beatles en estos momentos, conociendo la devoción de McCartney por Brian Wilson. Temas brutales, coescritos entre Brian y Tony Asher, por lo que es muy difícil quedarse con alguno en concreto, pero creo que el inicio y el final de cada una de las caras es simplemente antológico; “Wouldn’t Be Nice”, “Sloop John B”, “God Only Knows” y “Caroline, No”. Esos temas son el marco de este cuadro que engloba joyas como los dos instrumentales “Let's Go Away For Awhile” y “Pet Sound” que me hacen pensar que estamos ante la reencarnación del mismísimo George Gershwin. ¿Calificación? 10/10
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