RYAN BINGHAM
"Fear and Saturday Night"
(Axter Bingham Records, 2.015)
Ha pulicado cuatro discos a sus 33 años producidos por gente como Marc Ford de los Black Crowes o el gran T-Bone Burnett. La biografía de Ryan no podía ser más peliculera y candidata a un disco entero de música country si alguien quisiera inspirarse en ella. Su familia perdió la granja que poseían en Nuevo México y el chaval tuvo que ayudar en casa dedicándose al circuito de rodeos hasta que un toro le hizo perder unos dientes, y ganar un montón de puntos (de sutura, eso sí). Obligado a abandonar el mundo del rodeo agarró la olvidad guitarra que le había regalado su madre y esta vez se vio obligado a ir de bareto en bareto para ganarse la vida y ayudar en casa. Su madre murió víctima del alcohol y su padre acabó suicidándose. Mucho para una persona tan joven, la verdad. Vale, pues esto que hace el gran Ryan es “americana” de lujo, de libro, de manual o como queráis llamarlo pero es música hecha desde las vísceras y directa. Una joya de disco que si te atrapa –raro es que no- te obliga a revisitar la discografía del chico y darte cuenta de las vueltas que ha dado hasta llegar a donde está; todo un superviviente. El esfuerzo dio su fruto y Bingham consiguió un Globo de Oro y un Oscar a la mejor canción en 2.010 por “The Weary Kind" que se incluía en la película “Crazy Heart”, protagonizada por Jeff Bridges. Tambien ha girado en los Estados Unidos con Wilco, My Morning Jacket y Bob Dylan entre otros pero desde hace un tiempo vuela solo vuela alto, la verdad. Esas cosas son las que hacen pensar en que el esfuerzo y la constancia, a veces, dan sus frutos agradables.
Entrando de lleno en el disco lo que sorprende es que tratándose de temas tan sumamente autobiográficos no sean tan oscuros como se suponen debieran ser. En una entrevista afirmaba que cuando una puerta se cierra otra se abre y a él, finalmente se le ha abierto la puerta de formar una familia y del reconocimiento a tanto esfuerzo –un ejemplo de superación, la verdad-. A destacar entre tanta maravilla “Nobody Knows My Trouble” que abre el disco, la curiosa “Broken heart tattoos” o “Radio”. En realidad es difícil señalar algún tema que no valga. Todo ello aderezado con esa voz rota tan sumamente personal y creíble, en su caso. Como no podía ser de otra forma, y para cerrar el círculo, el disco ha sido compuesto por él en su totalidad; para ello se perdió en el desierto californiano y vivió en su autocaravana hasta que parió esta delicia que grabó totalmente en directo sin los Dead Horses de los que prescinde otra vez pero vaya, que se ha agenciado a miembros de Rose Hill Drive que hacen que el disco no decaiga en ningún momento, (gracias a Dios se está poniendo de moda el directo, así sabemos quién vale y quién no). La producción corre a cargo del gran Jim Scott (Wilco o Tom Petty, entre otros) y se ha grabado en el sello propiedad del mismo Ryan; Axster Bingham Records.
¿Calificación? 9/10. Y si te gusta el disco intenta escuchar a Jason Isbell o Justin Townes Earle
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